Ayer, buscando un tema interesante a tratar en esta recopilación de confinamiento, me puse a investigar trabajos de Byung-Chul Han, filósofo y ensayista recomendado por el profesor de pintura. Navegando, me encontré con una sentencia, muy curiosa, lanza por el pensador; “La violencia de la positividad no es privativa, sino saturativa; no es exclusiva, sino exhaustiva. Por ello, es inaccesible a una percepción inmediata".
Al leer tal declaración, no tarde en sorprenderme; ¿Existe la sobresaturación de positividad? ¿Vivimos en una era dónde ya no se nos reclama y exige, sino que se nos sobremotiva? A simple vista, todo me parecía una gran contradicción.
Sin embargo, Han no se queda a las puertas, sino que ahonda explicando como esta asfixia de sobreabundancia y del “todo se puede”, conlleva a un agotamiento, autodesvalorización y autoexigencia extrema. Por esa razón, afirma que: “no-poder-poder-más conduce a un destructivo reproche de sí mismo y a la autoagresión. El sujeto de rendimiento se encuentra en guerra consigo mismo y el depresivo es el inválido de esta guerra interiorizada. La depresión es la enfermedad de una sociedad que sufre bajo el exceso de positividad".
Renunciando a introducirme a hablar si concuerdo o no con su planteamiento (por la simpleza de que no he investigado ni reflexionado suficiente sobre este asunto que nos concierne en la actualidad), he decidido usar estas breves citaciones para introducir el mundo de la tele basura.
Hace unas semanas, envuelta en un estallido interno de emociones –en ese momento- incontrolables, me encontré, inconscientemente, consumiendo vídeo tras vídeo de programas (algunos moralmente cuestionables) de entretenimiento “de consumo rápido”. “Celebs go dating”, “snog, marry, avoid?”, “first dates Ireland”, “the undatables”, “cupcake wars” y “the wedding dress”, se volvieron mi pan de cada día.
Dejando a un lado el hecho de que sigo un patrón muy claro de autómata selección, me pregunté como llegué a tal punto en el que mi vida me suponía un gran esfuerzo, pero, en cambio, observar la telerrealidad de los demás me “reconfortaba”. Me sentía con mi mecha de vida humedecida, intentando encender, de manera fallida, la llama del entusiasmo, a través de un mechero que se sentía poco coherente y, en parte, culpable por no saber llevar a cabo su sentido de vida -si es que hay alguno-.
Busqué, con desespero, si hacer consumo de programas de este estilo es malo, esperando que me dijeran que, aunque me entretuviesen (digo, con la boca chica, me entretengan), no era sinónimo de un intelecto fácil de complacer. Esperaba que personas externas me dieran una aprobación que, realmente, no era necesaria. No obstante, la encontré; “Conocer las situaciones personales de la gente nos ayuda a movernos más cómodamente en un contexto, situación o ambiente” *. Por ende, la situaban como el intento, en la nueva era, de supervivencia.
Así pues, siguiendo esta corriente, yo no consumiría simplemente por placer, sino para saber sobrevivir. Antiguamente, en las plazas de los pueblos, se reunían a cotillear sobre cada uno de los miembros de la comunidad. De esta manera, en el momento que se fueran a dirigir a alguno de ellos, sabrían cómo hacerlo a sabiendas de la situación en la que se encontrará. También, se podría plantear como una manera de saber coaccionar, al ser consciente de los más íntimos secretos. Visto así, sin buscar motivar al lector o lectora a someter en coerción a las personas de su alrededor, es una buena manera de subsistir e ir por delante de contextos que podría dejar, en otra circunstancia, sin preparación al que le sucede.
Una vez apaciguada esa duda, fue el momento en el que me di cuenta de mi verdadero malestar: me incomodaba pensar que estaba en el espacio del no hacer. La constante necesidad de reprocharnos no estar realizando nada productivo (y, finalmente, consumible directa o indirectamente), nos causa ansiedad y desasosiego. No me permitía no hacer nada, pero, a su vez, no sabía gestionar todo el malestar que eso me causaba. Así pues, me llenaba la cabeza de situaciones extravagantes para no pensar.
Han nos plantea como estamos en la era de la constante productividad, no otorgándonos espacios para liberarnos, sin presiones que nos juzguen preguntándonos si “estamos bien” por no querer hacer nada. Puede ser que la suprema y ametrallante positividad que se nos enchufa por todos lados sea la causante, no obstante –atenta en que estoy proporcionado un matiz de aquello de lo que me negaba a hablar al inicio-, no creo que sea la única (aunque tampoco considero que él lo muestre de esta manera). Por esa razón, reclamó que seamos conscientes de nosotros mismos, que nos permitamos dejar fluir nuestros gustos y pasiones, sin juzgarlos, y que busquemos fervientemente la no comparación. No todo es posible y eso, no es símbolo de derrota.
Ensayo: “La cabeza”
I
*Entrada del diario el país: “El éxito de la telebasura explicado por la ciencia.
Ens confonem molt sovint pensant que, quan una persona ens diu que vol fer una cosa, ens està dient automàticament que sap perfectament que comporta. Doncs bé, per tot@s aquell@s que ho pensin, confirmo que, en la majoria de casos, no és així. O no heu escoltat molt sovint el “uau, es que quan jo li vaig que sí que volia participar en el treball, no sabia que anava a comportar tanta feina”? Si es que no, podeu extrapolar aquest exemple a qualsevol situació similar amb el mateix transfons.
Doncs bé, en un principi, això pot semblar que no té cap “que”. Realment, es pot entendre com un “així és la vida”; volem abastar massa i/o ens construïm perspectives molt altes que, en algun moment, cauen en picat. Sense voler negar res d’això, vull aportar una altre visió (coexistent, en molt casos, a les anteriors): de vegades fem coses que volem sense consentir-les. Per aquesta raó, al no consentir-les, ens sobtem al veure tot el que hi havia a l’acceptar-la. La persona que li va dir que “sí” a participar en aquell projecte a la company@, va acceptar a la proposta inicial, sense saber tot el que amaga aquesta al darrera.
Llavors, partint d’aquí, podem veure que hi ha gran diferència entre voler i consentir. Voler, no comportar saber plenament que vols, en canvi, consentir, estrictament anirà enllaçat a ser conscient de totes les conseqüències o, almenys, tenir la mateixa informació que aquell@ que t’ho proposa.
[Una mujer denunció que su hija de 14 años pudo ser abusada por 2 policías. 17-05-2020
Supo del hecho cuando la niña le confesó que le había mentido al decirle que iba a juntarse con amigas.
Para la madre, la verdad se presentó dolorosa la madrugada del viernes pasado. Cansada de llamar sin éxito a su hija de 14 años para saber cómo estaba, buscó contactarse con otra madre y ahí supo que su niña le había mentido sobre el destino de la salida para la que pidió permiso: no había ido con otra amiga de similar edad a una reunión (sería un cumpleaños); en realidad, ambas habían salido a juntarse con otros jóvenes, mayores que ellas, entre los que se incluía un policía. Según fuentes judiciales, la mujer aludió a que su hija le contó que tanto esa salida como otra anterior, días atrás, habían tenido el mismo objetivo, es decir ir a ver a sujetos mayores en una casa de Pocito. Y le aportó un dato que le resultó grave: la chica le confesó que tuvo relaciones sexuales consentidas con al menos un policía, aunque no se descarta que hubiese sido con dos (no se sabe si en el mismo momento) porque le aportó dos nombres de supuestos uniformados en medio de un relato entrecortado y confuso por los nervios y la tensión del momento, precisaron. La otra menor también habría tenido sexo consentido con un sujeto mayor, que no sería policía.
Aclarar ahora ese punto es medular para avanzar en la investigación y lo primero a determinar es cuánto hay de verdad en la existencia del hecho, es decir en la ocurrencia del encuentro sexual, pues de esa situación podrían desprenderse otras cuestiones para nada menores, como saber si entre esos sujetos mayores hay efectivamente uno o más policías, o ninguno.
Si se constata que realmente hubo miembros de la Fuerza implicados en relaciones sexuales con una de esas menores, será el juez de Instrucción Guillermo Adárvez quien deberá establecer si existió o no un delito sexual, por la presencia aparente de un condimento especial: el presunto consentimiento de la menor.
Esa investigación podrá ampliarse a la otra menor y también al sujeto con el que habría tenido sexo.
Para avanzar será necesaria la revisión médica de la hija de la denunciante y, algo igual de prioritario, escuchar su propio relato de los hechos para que una psicóloga evalúe si miente o no con relación a lo que denunció su madre.].*
Fins a quin punt un infant pot consentir?
Fa un temps la llei decretava que, a partir del 14 anys, l’infant podia donar el consentiment a una persona major d’edat (normalment fent referència a mantenir relacions sexo-afectives). En aquests últims anys, aquesta va canviar, estipulant que aquest consentiment no es podria donar fins a l’edat dels 16. Això significa que, qualsevol persona menor d'aquesta, es considera que no té l’aparell psíquic suficientment desenvolupat com per a poder donar el seu consentiment davant situacions que comportin la seva intimitat i algú major d’edat. Per tant, posant un exemple, si una noia (o noi) de tretze anys sortís amb un (una) de vint, seria abús per part del major. Davant aquest plantejament, pot haver persones que considerin que, com la noia (o noi) ho volia fer, no es abús, no l’ha forçat. La qüestió és, una altre vegada, que no podem entendre voler com consentir. En el moment que entre una o més persones no hi ha la mateixa informació ni comprensió d’aquesta i/o no hi ha la mateixa llibertat i poder, no pot haver consentiment.
La noia de 14 anys, que va explicar a la seva mare que va mantenir relacions sexuals amb uns homes majors d’edat (sense oblidar que un d’ells es policia tenint ja, de per se, més poder i responsabilitat), per molt que cerciori que va ser un acte consentit, legalment no ho és i, traient legalitats, tampoc ho seria. La noia, és molt més jove que els acusats i, en aquestes edats, la mínima diferència d'anys és molt notable, fent-se visible (entre molts altres aspectes) en la comprensió de la mateixa informació.
Com es pot consentir una activitat que no s'entén?
En aquest cas, es podria deixar de banda la part més fisiològica (acusant que la noia sabia com es du a terme) però i la part emocional? Es vulgui o no, la manera que és rebut aquest acte és molt diferent per la noia (les noies, les dues amigues) que pels homes acusats i, tenint en compte el secretisme de tot plegat, segurament la jove -potser a la llarga- s'hagués vist molt afectada molt negativament.
Pot ser que totes les relacions tinguin certes imposicions de poder, no obstant, no utilitzem això com a eina per emmascarar situacions abusives.
No tots els sí son consentits i el “voler”, siguem conscients o no, tampoc ho és.
Quan el consentiment no és voler o no voler.
II
TORNA A L'ÍNDEX!
TORNA A LA PORTADA!